Educar es lo mismo que poner un motor a una barca, hay que medir, pensar, equilibrar, y poner todo en marcha. Pero para eso, uno tiene que llevar en el alma un poco de marino, un poco de pirata, un poco de poeta, y un kilo y medio de paciencia concentrada. Pero es consolador soñar, mientras uno trabaja, que esa barca, ese niño, esa niña, irá muy lejos por el agua. Soñar que ese navío llevará nuestra carga de palabras hacia puertos distantes, hacia islas lejanas. Gabriel Celaya

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jueves, 23 de enero de 2020

INNOVATED: STEAM EL MISTERIOSO SABOR DE LA LUNA

Para poder ir a la Luna y probar a qué sabe, tenemos que llegar a ella. La mejor manera es en un cohete espacial. Y para saber cuál es nuestro cohete, debe llevar nuestro nombre. Así que manos a la obra. En dos sesiones lo hemos preparado. 
En primer lugar picamos las piezas del cohete, que serán pequeños cuadrados de colores. En esos cuadrados irán las letras de nuestro nombre.
Como hay niñ@s que tienen el  nombre muy largo y otr@s el nombre muy corto, hemos sido solidari@s y hemos picado para tod@s. También hay algun@s que pican muy bien, y otros que todavía se cansan mucho, por eso hemos compartido el trabajo.
Posteriormente, Concha escribió las letras de nuestros nombres en los cuadrados y tuvimos que encontrarlas, contando previamente cuántas letras tenían nuestros nombres. Así pudimos formar un bonito cohete de colores, unos más largos y otros más cortos.
Decoramos con estrellas amarillas nuestro cielo negro.

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