Escuchamos los villancicos que nos había traído Pedro, mientras jugábamos a un juego parecido al pañuelo por detrás.
Todos cerrábamos los ojos y esperábamos a que parase la música, para buscar a nuestras espaldas,...
Cada vez, cada uno de nosotros tenía un pequeño paquete... Pequeño pero grande, porque estaba envuelto muchas veces...
Y luego, la ilusión de unos caramelos...
¿Hay algo más maravillosos que la ilusión en los ojos de un niño o de una niña?
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