Educar es lo mismo que poner un motor a una barca, hay que medir, pensar, equilibrar, y poner todo en marcha. Pero para eso, uno tiene que llevar en el alma un poco de marino, un poco de pirata, un poco de poeta, y un kilo y medio de paciencia concentrada. Pero es consolador soñar, mientras uno trabaja, que esa barca, ese niño, esa niña, irá muy lejos por el agua. Soñar que ese navío llevará nuestra carga de palabras hacia puertos distantes, hacia islas lejanas. Gabriel Celaya

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domingo, 12 de junio de 2022

LA CÁPSULA DEL TIEMPO

 Cuando estábamos en tres años y estudiábamos el Maravilloso sabor de la Luna, decidimos hacer una cápsula del tiempo ya que la Luna nos había enviado un mensaje. Cada un@ de l@s niñ@s trajo a clase un pequeño juguete y también una carta escrita por su familia. La idea era guardarlo todo en una caja, bueno, en dos cajas, una para 3 años A y otra para 3 años B y ya veríamos que hacíamos con ellas... y en esas estábamos, cuando un día, de buena mañana, oímos un ruido infernal y unos golpes en la puerta, y las cajas, que estaban en el pasillo desaparecieron. 

El ruido venía del gorrocóptero de Doraemon que había estado por allí y se había llevado las cajas al futuro... ¿Qué sería eso? Luego llegó la pandemia y el confinamiento y nunca más nos acordamos de las cajas.

Sin embargo, este viernes, fuimos a la biblioteca, todos juntos, como nos gusta ir últimamente ahora que podemos y acababa Mónica de leernos un cuento muy bonito, cuando unos golpes en las puertas nos sobresaltaron... ¿Qué pasaba?

Abrimos precipitadamente y allí estaba Doraemon... justo el día que había vuelto de casa de Lucas, con una caja plateada en una puerta de la biblioteca y con otra caja amarilla y morada en la otra puerta. ¡¡NO ENTENDÍAMOS NADA!!

Como ya sabemos leer bastantes cosas, descubrimos que en las cajas ponía Cápsula del tiempo... y claro, nos acordamos que hace ya un poco más de un par de años, habíamos guardado allí algunas cositas que se habían ido con Doraemon al futuro. 

Y hoy es el futuro. Estamos en el mismo lugar que antes, porque nuestras clases eran en la biblioteca, y justo las cajas estaban en las puertas de cada clase. ¡Qué alegría más grande!

Nos fuimos a nuestra clase y allí abrimos los sobres con las cartas de nuestras familias, muy emocionantes, que no pongo aquí porque quedan reservadas a la intimidad, y sus pequeños juguetes. Algun@s de ell@s ni se acordaban de lo que era.





También había una carta que Concha escribió en aquella época, y una foto, la foto del calendario de aquel año y que también fue la foto cabecera del blog.
Emocionados, es poco. Maravillosa experiencia para repetir, si se pudiera.

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