Pues llegó uno de los días más esperados por tod@s. El día de la acampada nocturna. Una maravillosa experiencia que nos ha hecho más mayores y nos ha enriquecido. Además de que ha servido para ver que podemos convivir de maravilla.
A las 7 en punto, ya estaban los niños y las niñas con sus familias en la puerta del colegio. Pasamos al comedor donde dejaron sus mochilas con la cena y luego, papis y mamis les ayudaron a llevar sus bártulos al pabellón. Finalmente no hicieron falta las esterillas, pues había colchonetas para tod@s. Eso sí, compartiéndolas.
Hicimos la presentación de las mascotas y organizamos los sacos y mochilas para que cuando fuera la hora de dormir estuviera todo dispuesto.
Y nos fuimos a jugar a las pistas de los mayores.
Hicimos un divertido juego con globo, propuesto por Iván, el hijo de Mónica, que también nos acompañaba, junto con su hija Valle.
Y por supuesto... ensayamos nuestro baile.
Teníamos previsto más juegos nocturnos, pero todo el mundo estaba deseando ir a sus sacos por los que volvimos al pabellón y nos preparamos con los pijamas y el aseo nocturno.
Un cuento ("A qué sabe la Luna", que nos encanta) y una nana cantada por Mónica nos ayudaron a relajarnos. Los sacos como que nos sobraban en una noche calurosa, y poco a poco fuimos quedándonos dormid@s.
Contentos y extrañados por haber dormido en un lugar diferente. Y muy felices por haber compartido el tiempo y el espacio con l@s amig@s.
Recogimos los sacos... Bufff. ¡Qué difíciles algunos!, nos vestimos, nos lavamos y peinamos y enseguida llegó el rico chocolate con churros.
Un año más, una acampada PERFECTA.
Mil gracias a María H., Isabel y Reme por ayudarnos a cumplir nuestro sueño y que estos niños y niñas hayan tenido una experiencia inolvidable.
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